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Testamento de María (1ª Jn. 4; 5,7-8: Jn. 17)

 

“Dos que se aman tienen un solo corazón”. Yo te amo, eres mi hijo, esa fue la voluntad del Padre y el deseo último de mi Hijo Dios. Tú también me amas, lo sé. Tenemos un solo corazón, y todo lo que hay en mi corazón es tuyo.

En mi Hijo Dios, el que llevó mi “sola carne”, en mi corazón, en el que ha entrado Él, todo Él, y todo lo que Él es y tiene, la Trinidad y yo nos amamos como ninguna criatura se habían  amado hasta ahora. Y amamos los dos, unidos en el mío, todo lo que es y hay en ese volcán de fuego que es el Corazón Trinitario del Dios. UN SOLO CORAZÓN AMANDO.

El mejor regalo, la mejor herencia de mi testamento de Madre es que os doy mi corazón, en el que, como volcán hondo de amor de fuego y de paz  en sosiego, he amado, amo y me ama la Santa Trinidad como nadie antes se han amado jamás.

Toma  mi herencia, este es mi testamento secreto: mi corazón te le doy como mi Hijo en la Trinidad Santa me dio su corazón y yo le di el mío. Ten siempre y para todos “un corazón semejante al mío”, donde la Trinidad Santa se goce, haga su voluntad, y vivas en ti, desde lo más dentro de Ella,  una paz inaudita, un gozo hondo y pleno, una caridad que no tiene límites.

Como en mi corazón, déjate amar y ama a la Trinidad Santa en el tuyo, en el de cada hombre, para que conozcas el milagro de amar como nunca has amado, como nunca te han amado. Mi Hijo Jesús te lo dice, corazón con corazón, apoyando como Juan en el suyo tu cabeza, escucha y saborea en lo escondido, y entra en él por la herida de su pecho como Tomás, oye como te dice en cada latido: “te amo, ámame, amaos”, gózalo en tu interior, acoge el susurro de resurrección “mi paz te doy, mi paz te dejo”, “como el Padre me envió te envío, recibe la unción y el poder del Paráclito Divino”. Escucha hijo/a, mira, presta oído, prendado está mi Padre, el Abbá bueno, de ti. Entra en el Amor Trinitario del Padre, y gózate, que con el suyo en el tuyo te ama, siéntete amado y ama, que en mi Padre está amando en ti la Trinidad, y Ella en ti ama a todos los que en el tuyo están, y se deja, y desea ser amada por ti más que nada en el cielo y en la tierra…” Esto es lo mejor de mi corazón de Madre, mi tesoro, mi herencia para ti.

¡Qué temes!, te dice mi Hijo Dios: “¡Qué te importa nada, si no sólo yo. Mi Padre en su Corazón Trinitario te  ama, se goza y quiere que vivas para vivir y compartir esto con muchos. Vívelo, entra en este misterio luminoso del Corazón Trinitario de mi Padre, su amor, que te llena de luz. Vívelo en tu corazón y en el suyo, como mi Madre, como los santos... y cambiarás, y cambiará todo en ti porque, como ellos, tú también estás lleno de Él. Lleno de una luz y una paz, y de un gozo tan hondo que ya no necesitarás nada más de nada ni de nadie. Vívelo en mí, y desde mí, compártelo. Siente mi paz, no estás solo, y nunca lo has estado... Eso es lo que hace luminoso el rostro de Moisés. Eso es vivir dentro del corazón de mi Padre como Juan por el mío. Eso es llenarte del Padre y sus dones, conocer con su sabiduría sus secretos y leerlos en las estrellas y en los haces de espigas, como José. Ese es el gozo que hace entonar y danzar su canto y su música como David. Ese es el canto magnífico de alabanza a la voluntad de Dios de la criatura más preciosa, mi Madre. Ese es el soñar luminoso en la noche que vive y hace vida al despertar José, mi custodio y mi padre en la tierra. Ese es el amor adorante de Maria de Betania...Y ese ahora es don para ti, y que al saborearlo tú y al descubrirlo otros dentro del brillo de tus ojos, me verán y vendrán muchos a Mí. Por eso tú eres bello a mis ojos, tanto que la belleza de mi Padre en ti me parece aun más bella. Saborea y Muéstrala, muéstrala a todos, muéstrala siempre...!”.

Sin esta verdad no tienes vida, ni luz, ni corazón, y un hombre sin corazón es muerte, un hijo/a mío, un sacerdote, un consagrado, un hermano de mi Hijo Dios, sin esta verdad, sin ser amado y amar en su corazón a la Trinidad Santa, está vacío, lleno de dioses hambrientos que le recomen y abrasan por dentro con insatisfacciones, amarguras, acritudes, desencantos y descontentos cada vez más horribles y grandes, que como dioses hiedras inconsistentes, que se pegan a su tronco y lo atrapan, y abrazándolo lo amordazan, y con sus raíces ventosas le chupan la sabia... y el árbol que eres, plantado en su acequia, deja de dar el fruto que debe, y tampoco da la sombra medicinal de sus  hojas a quien se acerca, ni el perfume de la  brisa a quien pasa... Y lo van quedando, como ataúd vacío, deshecho en astillas negras, punzante y agrias... Y le van hundiendo en la soledad triste de quedarse solo, abrazado por ella en sus raíces ventosas de enredos, que, día a día, le van descuartizando, le van cada día muriendo,  le van quedando, seco, solo, muerto porque, aunque por fuera aparecen ficticios sus dioses chupones de hiedra... por dentro está solo, vacío, seco, muerto...

Jesús, mi tesoro, te lo sigue diciendo: “¡No ves cómo estás en mi corazón y llevo tu vida en mis manos! ¡No ves cuántos dones te he regalado! ¡no ves en cuántos corazones te he puesto! ¡no ves cómo me interesan mis cosas en ti y las tuyas en mí...! ¡No ves que en todos esos hermanas y hermanos está mi corazón, y aman a la Trinidad Santa y todo lo que Ella ama, y la Trinidad te ama en ellos, y ellos te aman en Ella.  Y cuánto le hablan al Padre de ti... Y en Él, por Mí, con fuego y  Ruag Santa, son intercesión por ti, y luz de tus caminos! ¿no lo ves? ¡No ves que son para ti luz y manifestación del Corazón Trinitario del Padre!”. Es mi Hijo con su misma Palabra Divina, y ese decir de Él, fue el que sonó un día en mí, y hoy suena en ti, y seguirá sonando en todos mis hijos... Este fue y es mi tesoro, mi perla preciosa, mi campo con tesoro escondido por el que todo vendí de balde… y hoy quiero que ésta sea tu herencia en mi testamento .

Descubre con esta luz nueva del Corazón Trinitario del Padre toda su sabiduría, y con ella a todos los que están en su corazón, y ámalos en el tuyo con su corazón, y anúnciaselo con su sabiduría, y con su santidad que te ha sido dada. Dáselo con gozo, que serán muchos, muchos los que vengan, porque son pocos los que conocen el Corazón Trinitario de nuestro Padre el Abbá Bueno, el de toda misericordia y consuelo… Pero son muchos, aunque no lo crean, muchos los que le necesitan en su parálisis sedienta. Tráelos a todos al silencio eucarístico de mi Hijo, porque desde Él todos caben en el corazón Trinitario del Padre. Ese fue mi guardar y saborear sus palabras, sus gestos, sus miradas... en mi corazón. Esa fue, y, continúa siendo mi dedicación más preciosa y eterna, traeros a todo, por mi Hijo y con la fuerza del Espíritu al Padre. Esta es mi alianza, mi tesoro y mi herencia.

Te lo escribe mi Hijo en tu corazón de carne: “Ama sólo a la Trinidad en tu corazón. En cada situación, agradable o no, crucificante o anodina, en cada circunstancia que vives, y ante cualquier persona o pensamiento que viene a ti... Ama y pregúntate lo primero: ¿Cómo está esta persona, este hermano, esta situación, este proyecto, esta cruz... en el Corazón Trinitario del Padre?  ¿cómo la quiere, cuánto la ama, dónde está en el Corazón Trinitario del Padre...? ¿Desde cuando está siendo amada en el Corazón Trinitario de Padre? ¿Qué quiere hacer Dios conmigo y en ella...? ¿Desde su corazón qué le quiere dar el Abbá Bueno a través del mío en este momento...?  Ama como amó y ama a la Trinidad en su corazón mi Madre. Y ya verás que no vas a tener necesidad de miramientos ni aplausos de reconocimientos... Y sabrás cómo y por qué mi Madre es fecunda. ¡Menudo tesoro¡”.

“Y en el interior de tu corazón, donde la Trinidad Santa habita, ante cualquier circunstancia, ante esa persona, en ese pensamiento que te llega... ama a la Trinidad Santa, ámala con todo lo que es, en su verdad, en su luz, en su fidelidad y misericordia. Ámala con todo lo que tiene, con todo lo que Ella ama desde su corazón en el tuyo y en el de todos los hombres y mujeres... Siéntete así amado en el corazón Trinitario del Padre, saboréalo y ama a la Trinidad en tu corazón, que ya puedes hacerlo igual que mi Madre, como hasta entonces  ninguna criatura se había amado jamás, pero sí como el Padre y ella se amaron y se aman eternamente por mí. Como ella, la predilecta del Padre, la fecundada en el corazón y en sus entrañas por la fuerza del Paráclito Divino, la Inmaculada en su Concepción por  el poder redentor de mi cruz y el precio de mi sangre...  Ésta es la perla, el tesoro más precioso y fecundo de mi Madre”.

Escucha a mi Hijo, él es mi lote, y su Palabra mi herencia y la tuya, escucha: “MI PAZ TE DEJO” ¿le oyes, te lo dice Él, mi Hijo y vuestro hermano?.

Se lo he oído tantas veces, lo veo ahora con tanta luz, cuando adorante le contemplo cara a cara ante el trono de gracia y misericordia del Padre, que no pude por menos que repetirlo con mi Hijocon todas las fuerzas y el poder que el Espíritu Divino me continúa regalando:

  • LA SANTA TRINIDAD TE AMA.

  • MI PADRE QUE ES TRINIDAD TE AMA.

  • EN LA SANTA TRINIDAD. YO QUE SOY, lo que Ella te ha dicho, SU HIJO Y TU HERMANO, TE AMO.

  • EN LA TRINIDAD, EL PARÁCLITO DIVINO TE AMA.

  • RECIBE ESTA BUENA NOTICIA COMO LA MEJOR Y MÁS MARAVILLOSA VERDAD, Y GÓZALA Y SABORÉALA  EN LO ESCONDIDO DE TU CORAZÓN. VÍVELA.

  • ESA ES LA VERDADERA ALEGRÍA, LA VERDADERA PAZ, LA VERDADERA FECUNDIDAD: MI PADRE TE AMA TANTO QUE A MÍ ME DIO POR TI...

  • AUNQUE TE VENGA SIEMPRE COMO LE VINO A ELLA, Y A LA MAYORÍA DE MIS MEJORES AMIGOS, POR LA VOLUNTAD DEL PADRE,  EN CRUZ, EN CÁLIZ DERRAMADO Y CUERPO PARTIDO: MI PADRE TE AMA.

  • Y  DESDE TU CORAZÓN, DONDE TE AMA Y AMAS AL SUYO, CÁNTALO, Y REPÁRTELO A TUS HERMANOS Y A TODA LA CREACIÓN…”.

Te lo dice mi Hijo, el Verbo del Padre. Y con Él te lo digo también yo, y te lo doy, porque todo lo que he recibido de Él, que es lo más grande y maravilloso, lo he recibido para darlo. Toma mi regalo de Madre, mi herencia, mi tesoro y mi testamento para ti, para que como yo en mi corazón he acogido y me he sentido amada por la toda y entera Trinidad Santa: Que así acogiéndola, ames al Padre en la sabiduría de su voluntad santa y eterna. Que así ames al Hijo, mi Hijo también, en el susurro y el poder de su Palabra de vida que contagia de paz y misericordia. E igual ames al Paráclito Divino que, abrasado en su fuego, te unge de gozo y de fuerza... Y así, cada día, en lo escondido de tu corazón, saboreando el amor del Corazón Trinitario del Padre, le des el tuyo, cada día, todo lo tuyo. Y acudas, y te goces en Cristo mi Hijo y Señor, y te sientas ungida y ungido, y empapado en la unción de Bálsamo Santo, y urgido por el Fuego abrasador de su amor salgas a anunciarlo a todas las gentes...

Esto ha sido mi vida y mi gozo, ese mi secreto y saboreo, y ésta es para ti mi herencia y testamento. Con ello lo he tenido todo y nunca me ha faltado nada. Tómalo, acógelo y saboréalo en secreto, compártelo con otros en lo hondo del corazón... Que esto es creer con todo el corazón y con todas tus fuerzas lo mas bello y más grande del secreto precioso de Dios, que tú eres tatuaje amoroso en la palma de su mano, y diadema preciosa en su cabeza, y comunión en su corazón... Esta es la herencia, la fecundidad, la verdad, la vida...: la comunión del hombre en el Corazón Trinitario de Dios

Esta es mi herencia: conocer el amor Trinitario del Padre. Acoger con corazón nuevo la Palabra del Hijo que sigue hablando, llamando, dando vida, entrando en ti, y que tú la acojas, le des tus entrañas, tu carne y tu sangre. Y el Fuego del Espíritu le encarne y fecunde en tu corazón. Y se pueda, cada día muchas veces, seguir escuchando con gozo en el cielo las misma palabras que la criatura puede, con humildad y asombro, responder ante la irrupción del Todopoderoso en ella: “Cómo será eso, no lo entiendo, pero  “HÁGASE TU VOLUNTAD EN MI, Y EN TODA LA TIERRA COMO EN EL CIELO. AMEN”.

 

Rehecho en la Notaría de “Cova da Iría” a 1 de Agosto de 2005 

Fdo.: María del Rosario de Fátima

Testigos: “Os Pastorinhos de Fátima”

Doy fe: El Pasante de Notario: JJ.G.P.

 

(Terminamos cantando: No tengo más que decir, que te amo... que Él te ama... que os améis, por Dios... que te amo... que Él me ama... que le amo oh Dios...)

P. D.: Seguro que a ti, mi hija y mi hijo, te parece que se me olvidó algo en el testamento, que me quedé cosas olvidadas. Pues ayúdame a completarle, que mientras más sean los dones del testamento, más os tacará a todos de mi herencia.

Fdo.: María de Nazaret

 

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