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San Blas Obispo


 

 

San Blas - Fiesta: 3 de febrero - Patrón de Enfermedades de la garganta y laringólogos. Blas significa: "arma de la divinidad" (año 316) San Blas fue obispo de Sebaste, Armenia (al sur de Rusia).


 

 

San Blas fue médico y era conocido por su don de curación milagrosa. Hizo vida eremítica en una cueva del Monte Argeus. Salvó la vida de un niño que se ahogaba al trabársele en la garganta una espina de pescado. Este es el origen de la costumbre de bendecir las gargantas el día de su fiesta.

Según una leyenda, se le acercaban también animales enfermos para que les curase, pero no le molestaban en su tiempo de oración.

San Blas,  es un personaje bastante incierto desde el punto de vista histórico, pero todavía goza de mucha popularidad por un milagro que se le atribuye y que ha perpetuado la conocida bendición contra el mal de la garganta. En efecto, se conoce en su Pasión que mientras llevaban al santo al martirio, una mujer se abrió paso entre la muchedumbre y colocó a los pies del santo obispo a su hijo que estaba muriendo sofocado por una espina de pescado que se le había atravesado en la garganta. San Blas puso sus manos sobre la cabeza del niño y permaneció en oración. Un instante después el niño estaba completamente sano. Este episodio lo hizo famoso como taumaturgo en el transcurso de los siglos, y sobre todo para la curación de las enfermedades de la garganta.

Gracias a esta tradición, el nuevo calendario litúrgico ha colocado en este día la memoria del santo, aunque se trata de un personaje históricamente incierto. San Blas fue obispo de Sebaste a comienzos del siglo IV, y sufrió la persecución de Licinio, el colega del emperador Constantino. Puede, pues, considerarse como uno de los últimos mártires cristianos de esa época.

Era el año 316. Parece que San Blas, siguiendo la advertencia del Evangelio, huyó de la persecución y se refugió en una gruta.

La leyenda, como de costumbre, abunda en particulares amenos y nos presenta al anciano obispo rodeado de animales salvajes que lo visitan y le llevan alimento; pero como los cazadores van detrás de estos animales, el santo fue descubierto y llevado amarrado como un malhechor a la cárcel de la ciudad. A pesar de los prodigios que el santo hacía en la cárcel, lo llevaron a juicio y como no quiso renegar de Cristo y sacrificar a los ídolos, fue condenado al martirio: primero lo torturaron y después le cortaron la cabeza con una espada.

Al principio ejercía la medicina, y aprovechaba de la gran influencia que le daba su calidad de excelente médico, para hablarles a sus pacientes en favor de Jesucristo y de su santa religión, y conseguir así muchos adeptos para el cristianismo.

Al conocer su gran santidad, el pueblo lo eligió obispo.

Cuando estalló la persecución de Diocleciano, se fue San Blas a esconderse en una cueva de la montaña, y desde allí dirigía y animaba a los cristianos perseguidos y por la noche bajaba a escondidas a la ciudad a ayudarles y a socorrer y consolar a los que estaban en las cárceles, y a llevarles la Sagrada Eucaristía.

Cuenta la tradición que a la cueva donde estaba escondido el santo, llegaban las fieras heridas o enfermas y él las curaba. Y que estos animales venían en gran cantidad a visitarlo cariñosamente. Pero un día él vio que por la cuesta arriba llegaban los cazadores del gobierno y entonces espantó a las fieras y las alejó y así las libró de ser víctimas de la cacería.

Entonces los cazadores, en venganza, se lo llevaron preso. Su llegada a la ciudad fue una verdadera apoteosis, o paseo triunfal, pues todas las gentes, aun las que no pertenecían a nuestra religión, salieron a aclamarlo como un verdadero santo y un gran benefactor y amigo de todos.

El gobernador le ofreció muchos regalos y ventajas temporales si dejaba la religión de Jesucristo y si se pasaba a la religión pagana, pero San Blas proclamó que él sería amigo de Jesús y de su santa religión hasta el último momento de su vida.

Entonces fue apaleado brutalmente y le desgarraron con garfios su espalda. Pero durante todo este feroz martirio, el santo no profirió ni una sola queja. El rezaba por sus verdugos y para que todos los cristianos perseveraran en la fe.

El gobernador, al ver que el santo no dejaba de proclamar su fe en Dios, decretó que le cortaran la cabeza. Y cuando lo llevaban hacia el sitio de su martirio iba bendiciendo por el camino a la inmensa multitud que lo miraba llena de admiración y su bendición obtenía la curación de muchos.

Pero la curación que entusiasmó a todos fue la del niño agonizando porque se le había atravesado una espina de pescado en la garganta. Corrió hacia un sitio por donde debía pasar el santo. Se arrodilló y le presentó al enfermito que se ahogaba. San Blas le colocó sus manos sobre la cabeza al niño y rezó por él. Inmediatamente la espina desapareció y el niñito recobró su salud. El pueblo lo aclamó entusiasmado.

Le cortaron la cabeza (era el año 316). Y después de su muerte empezó a obtener muchos milagros de Dios en favor de los que le rezaban. Se hizo tan popular que en sólo Italia llegó a tener 35 templos dedicados a él. Su país, Armenia, se hizo cristiano pocos años después de su martirio.

En la Edad Antigua era invocado como Patrono de los cazadores, y las gentes le tenían gran fe como eficaz protector contra las enfermedades de la garganta. El 3 de febrero bendecían dos velas en honor de San Blas y las colocaban en la garganta de las personas diciendo: "Por intercesión de San Blas, te libre Dios de los males de garganta". Cuando los niños se enfermaban de la garganta, las mamás repetían: "San Blas bendito, que se ahoga el angelito".

A San Blas, tan amable y generoso, pidámosle que nos consiga de Dios la curación de las enfermedades corporales de la garganta, pero sobre todo que nos cure de aquella enfermedad espiritual de la garganta que consiste en hablar de todo lo que no se debe de hablar y en sentir miedo de hablar de nuestra santa religión y de nuestro amable Redentor, Jesucristo.


Novena a San Blas Obispo


DÍA PRIMERO

Comenzar con la oración preparatoria

Acto de amor a Dios. Creo fiel y verdaderamente en Misterio de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero, en quien confío firmísimamente conseguir perfección del dolor que tengo de haber ofendido a su majestad Santísima, intercediendo los méritos de mi Señor Jesucristo, los de su Santísima Madre y los de mi glorioso abogado San Blas; suplicando al Señor conserve en mí siempre esta fe viva, me de el perdón de mis culpas, el remedio de mis necesidades, y lo que pido en esta Novena, siendo para honra suya y bien de mi alma; si no, viva resignado en su santa voluntad, como cosa que más me conviene. Amén.

Meditar a continuación la reflexión

Altísimo y misericordioso Dios, que estimaste en tanto la humildad, que quisiste que tu Hijo Jesucristo viniese al mundo desconocido, y viviese despreciado de su mismo pueblo: yo te ofrezco los méritos de tu humildad y desprecio, y los de tu invicto mártir San Blas, que retirándose a lo oculto, vivió apartado de los ojos del mundo, conocido solo de las fieras; y te suplico me apartes de todos los peligros que en el mundo me amenazan, y de las delicias aparentes que me ofrecen para que te sirva con mayor perfección, anhelando solo las delicias de la gloria y me concedas lo que te pido en esta Novena para gloria y honra tuya. Amén.

Rezar tres padrenuestros y avemarías en reverencia a la Santísima Trinidad. Terminar con la oración final

Dignaos, Señor mío, Padre de las misericordias, y Dios de todo consuelo, dignaos oír la humilde petición de vuestro siervo Blas, y restituid a éste... (adulto, niño o animal) la salud, para que conozca todo el mundo que sólo Vos sois el Señor de la muerte y la vida, pues Vos sois el dueño y soberano de todos, misericordiosamente liberal para con todos cuantos invocan vuestro santo nombre; humildemente os suplico que todos los que en adelante recurrieren al Santo para conseguir de Vos, por su intercesión, la curación de semejantes dolencias, experimenten el efecto de su confianza, y sean benignamente oídos, y favorablemente despachados. Por nuestro Señor Jesucristo, Hijo vuestro, que siendo Dios, vive y reina con Vos en unidad del Espíritu Santo, por todos los siglos de los siglos. Amén.

Pídase aquí con fe y confianza al glorioso San Blas el favor particular que desea alcanzar

Oración. Santísimo Pontífice de Dios, San Blas, protector sagrado de los que os invocan, dado por Dios para que en nuestras aflicciones y quebrantos nos valgamos de vuestro poderoso patrocinio. Yo os suplico y ruego me alcancéis de la piedad divina, el remedio en mi necesidad, favor que rendidamente os pido en esta Novena, y asimismo que sea ensalzado su santísima fe, que dé salud al Sumo Pontífice, paz a los Príncipes cristianos, refrigerio a las Animas del purgatorio, remisión a los que están en pecado mortal, perseverancia en la fe, y nos conserve en su gracia, para que pueda haceros compañía, cantando las divinas alabanzas por los siglos de los siglos. Amén.


DÍA SEGUNDO

Comenzar con la oración preparatoria

Acto de amor a Dios. Creo fiel y verdaderamente en Misterio de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero, en quien confío firmísimamente conseguir perfección del dolor que tengo de haber ofendido a su majestad Santísima, intercediendo los méritos de mi Señor Jesucristo, los de su Santísima Madre y los de mi glorioso abogado San Blas; suplicando al Señor conserve en mí siempre esta fe viva, me de el perdón de mis culpas, el remedio de mis necesidades, y lo que pido en esta Novena, siendo para honra suya y bien de mi alma; si no, viva resignado en su santa voluntad, como cosa que más me conviene. Amén.

Meditar a continuación la reflexión

Oh Padre de misericordias y Dios de todo consuelo, que lo comunicas a las almas que te buscan en la soledad y retiro, y nos enseñaste con el ejemplo de tu Hijo Jesucristo, que se retiraba a orar a la soledad y desierto: yo te ofrezco los méritos de su elevada oración, y los de tu esclarecido mártir San Blas, que en el retiro de la cueva se ocupaba día y noche en la contemplación de las cosas divinas, y en pedir la paz de tu Iglesia: y te suplico me des un total despego del bullicio de este mundo, para que libre y sin ruido pueda hallarte en el retiro de mi corazón, y gozar de tu santa conversación; y me concedas lo que te pido en esta Novena, para. gloria y honra tuya. Amén.

Rezar tres padrenuestros y avemarías en reverencia a la Santísima Trinidad. Terminar con la oración final

Dignaos, Señor mío, Padre de las misericordias, y Dios de todo consuelo, dignaos oír la humilde petición de vuestro siervo Blas, y restituid a éste... (adulto, niño o animal) la salud, para que conozca todo el mundo que sólo Vos sois el Señor de la muerte y la vida, pues Vos sois el dueño y soberano de todos, misericordiosamente liberal para con todos cuantos invocan vuestro santo nombre; humildemente os suplico que todos los que en adelante recurrieren al Santo para conseguir de Vos, por su intercesión, la curación de semejantes dolencias, experimenten el efecto de su confianza, y sean benignamente oídos, y favorablemente despachados. Por nuestro Señor Jesucristo, Hijo vuestro, que siendo Dios, vive y reina con Vos en unidad del Espíritu Santo, por todos los siglos de los siglos. Amén.

Pídase aquí con fe y confianza al glorioso San Blas el favor particular que desea alcanzar

Oración. Santísimo Pontífice de Dios, San Blas, protector sagrado de los que os invocan, dado por Dios para que en nuestras aflicciones y quebrantos nos valgamos de vuestro poderoso patrocinio. Yo os suplico y ruego me alcancéis de la piedad divina, el remedio en mi necesidad, favor que rendidamente os pido en esta Novena, y asimismo que sea ensalzado su santísima fe, que dé salud al Sumo Pontífice, paz a los Príncipes cristianos, refrigerio a las Animas del purgatorio, remisión a los que están en pecado mortal, perseverancia en la fe, y nos conserve en su gracia, para que pueda haceros compañía, cantando las divinas alabanzas por los siglos de los siglos. Amén.


DÍA TERCERO

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Acto de amor a Dios. Creo fiel y verdaderamente en Misterio de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero, en quien confío firmísimamente conseguir perfección del dolor que tengo de haber ofendido a su majestad Santísima, intercediendo los méritos de mi Señor Jesucristo, los de su Santísima Madre y los de mi glorioso abogado San Blas; suplicando al Señor conserve en mí siempre esta fe viva, me de el perdón de mis culpas, el remedio de mis necesidades, y lo que pido en esta Novena, siendo para honra suya y bien de mi alma; si no, viva resignado en su santa voluntad, como cosa que más me conviene. Amén.

Meditar a continuación la reflexión

Señor Dios fuerte y poderoso, que ostentas en lo poderoso lo infinito de tu fortaleza; yo te ofrezco los méritos de tu valeroso mártir San Blas, y la fortaleza y constancia con que se ofreció a los ministros del tirano que le buscaban, a imitación de tu Hijo Jesucristo, que en el huerto salió al encuentro y se ofreció a los judíos que venían a prenderle: yo te suplico me des una firme constancia para imitar sus pasos, y una constante fortaleza para hacer rostro a los embarazos que pueda ponerme el mundo para guardar tu santa ley y me concedas lo que os pido en esta Novena para gloria y honra tuya. Amén.

Rezar tres padrenuestros y avemarías en reverencia a la Santísima Trinidad. Terminar con la oración final

Dignaos, Señor mío, Padre de las misericordias, y Dios de todo consuelo, dignaos oír la humilde petición de vuestro siervo Blas, y restituid a éste... (adulto, niño o animal) la salud, para que conozca todo el mundo que sólo Vos sois el Señor de la muerte y la vida, pues Vos sois el dueño y soberano de todos, misericordiosamente liberal para con todos cuantos invocan vuestro santo nombre; humildemente os suplico que todos los que en adelante recurrieren al Santo para conseguir de Vos, por su intercesión, la curación de semejantes dolencias, experimenten el efecto de su confianza, y sean benignamente oídos, y favorablemente despachados. Por nuestro Señor Jesucristo, Hijo vuestro, que siendo Dios, vive y reina con Vos en unidad del Espíritu Santo, por todos los siglos de los siglos. Amén.

Pídase aquí con fe y confianza al glorioso San Blas el favor particular que desea alcanzar

Oración. Santísimo Pontífice de Dios, San Blas, protector sagrado de los que os invocan, dado por Dios para que en nuestras aflicciones y quebrantos nos valgamos de vuestro poderoso patrocinio. Yo os suplico y ruego me alcancéis de la piedad divina, el remedio en mi necesidad, favor que rendidamente os pido en esta Novena, y asimismo que sea ensalzado su santísima fe, que dé salud al Sumo Pontífice, paz a los Príncipes cristianos, refrigerio a las Animas del purgatorio, remisión a los que están en pecado mortal, perseverancia en la fe, y nos conserve en su gracia, para que pueda haceros compañía, cantando las divinas alabanzas por los siglos de los siglos. Amén.


DÍA CUARTO

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Acto de amor a Dios. Creo fiel y verdaderamente en Misterio de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero, en quien confío firmísimamente conseguir perfección del dolor que tengo de haber ofendido a su majestad Santísima, intercediendo los méritos de mi Señor Jesucristo, los de su Santísima Madre y los de mi glorioso abogado San Blas; suplicando al Señor conserve en mí siempre esta fe viva, me de el perdón de mis culpas, el remedio de mis necesidades, y lo que pido en esta Novena, siendo para honra suya y bien de mi alma; si no, viva resignado en su santa voluntad, como cosa que más me conviene. Amén.

Meditar a continuación la reflexión

Único Señor de lo criado, Dios celoso de las almas, yo te ofrezco los méritos de tu Hijo Jesucristo, que llevado del celo de tu casa, veneración y culto de tu nombre, arrojó a los sacrílegos que profanaban tu templo, y a su imitación tu esforzado mártir San Blas despreció los ídolos del tirano, confesándote a ti Dios único y verdadero: y te suplico por los méritos de tu valiente mártir, me des gracia para confesar tu Santo Nombre, y sanidad en la garganta. para bendecir y cantar tus alabanzas, y me concedas lo que te pido en esta Novena para honra y gloria tuya. Amén.

Rezar tres padrenuestros y avemarías en reverencia a la Santísima Trinidad. Terminar con la oración final

Dignaos, Señor mío, Padre de las misericordias, y Dios de todo consuelo, dignaos oír la humilde petición de vuestro siervo Blas, y restituid a éste... (adulto, niño o animal) la salud, para que conozca todo el mundo que sólo Vos sois el Señor de la muerte y la vida, pues Vos sois el dueño y soberano de todos, misericordiosamente liberal para con todos cuantos invocan vuestro santo nombre; humildemente os suplico que todos los que en adelante recurrieren al Santo para conseguir de Vos, por su intercesión, la curación de semejantes dolencias, experimenten el efecto de su confianza, y sean benignamente oídos, y favorablemente despachados. Por nuestro Señor Jesucristo, Hijo vuestro, que siendo Dios, vive y reina con Vos en unidad del Espíritu Santo, por todos los siglos de los siglos. Amén.

Pídase aquí con fe y confianza al glorioso San Blas el favor particular que desea alcanzar

Oración. Santísimo Pontífice de Dios, San Blas, protector sagrado de los que os invocan, dado por Dios para que en nuestras aflicciones y quebrantos nos valgamos de vuestro poderoso patrocinio. Yo os suplico y ruego me alcancéis de la piedad divina, el remedio en mi necesidad, favor que rendidamente os pido en esta Novena, y asimismo que sea ensalzado su santísima fe, que dé salud al Sumo Pontífice, paz a los Príncipes cristianos, refrigerio a las Animas del purgatorio, remisión a los que están en pecado mortal, perseverancia en la fe, y nos conserve en su gracia, para que pueda haceros compañía, cantando las divinas alabanzas por los siglos de los siglos. Amén.


DÍA QUINTO

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Acto de amor a Dios. Creo fiel y verdaderamente en Misterio de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero, en quien confío firmísimamente conseguir perfección del dolor que tengo de haber ofendido a su majestad Santísima, intercediendo los méritos de mi Señor Jesucristo, los de su Santísima Madre y los de mi glorioso abogado San Blas; suplicando al Señor conserve en mí siempre esta fe viva, me de el perdón de mis culpas, el remedio de mis necesidades, y lo que pido en esta Novena, siendo para honra suya y bien de mi alma; si no, viva resignado en su santa voluntad, como cosa que más me conviene. Amén.

Meditar a continuación la reflexión

Pacientísimo Dios y Señor mío, que por tu infinita caridad enviaste a tu Unigénito Hijo a redimir al mundo a costa de tormentos, azotes y afrentas en un madero: yo te ofrezco la sangre que derramó en toda su pasión, y los tormentos y azotes que padeció tu escogido mártir San Blas, cuando colgado de un madero herían y maltrataban su cuerpo, gloriándose de padecer por la confesión de la fe: yo te suplico me des paciencia en mis tormentos y ahogos, para que mis quebrantos sean meritorios y aceptos en tu acatamiento, hasta llegar a la patria del descanso, y me concedas lo que te pido en esta Novena para, gloria y honra tuya. Amén.

Rezar tres padrenuestros y avemarías en reverencia a la Santísima Trinidad. Terminar con la oración final

Dignaos, Señor mío, Padre de las misericordias, y Dios de todo consuelo, dignaos oír la humilde petición de vuestro siervo Blas, y restituid a éste... (adulto, niño o animal) la salud, para que conozca todo el mundo que sólo Vos sois el Señor de la muerte y la vida, pues Vos sois el dueño y soberano de todos, misericordiosamente liberal para con todos cuantos invocan vuestro santo nombre; humildemente os suplico que todos los que en adelante recurrieren al Santo para conseguir de Vos, por su intercesión, la curación de semejantes dolencias, experimenten el efecto de su confianza, y sean benignamente oídos, y favorablemente despachados. Por nuestro Señor Jesucristo, Hijo vuestro, que siendo Dios, vive y reina con Vos en unidad del Espíritu Santo, por todos los siglos de los siglos. Amén.

Pídase aquí con fe y confianza al glorioso San Blas el favor particular que desea alcanzar

Oración. Santísimo Pontífice de Dios, San Blas, protector sagrado de los que os invocan, dado por Dios para que en nuestras aflicciones y quebrantos nos valgamos de vuestro poderoso patrocinio. Yo os suplico y ruego me alcancéis de la piedad divina, el remedio en mi necesidad, favor que rendidamente os pido en esta Novena, y asimismo que sea ensalzado su santísima fe, que dé salud al Sumo Pontífice, paz a los Príncipes cristianos, refrigerio a las Animas del purgatorio, remisión a los que están en pecado mortal, perseverancia en la fe, y nos conserve en su gracia, para que pueda haceros compañía, cantando las divinas alabanzas por los siglos de los siglos. Amén.


DÍA SEXTO

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Acto de amor a Dios. Creo fiel y verdaderamente en Misterio de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero, en quien confío firmísimamente conseguir perfección del dolor que tengo de haber ofendido a su majestad Santísima, intercediendo los méritos de mi Señor Jesucristo, los de su Santísima Madre y los de mi glorioso abogado San Blas; suplicando al Señor conserve en mí siempre esta fe viva, me de el perdón de mis culpas, el remedio de mis necesidades, y lo que pido en esta Novena, siendo para honra suya y bien de mi alma; si no, viva resignado en su santa voluntad, como cosa que más me conviene. Amén.

Meditar a continuación la reflexión

Liberalísimo Señor y Dios de todo lo creado, que con altísima providencia repartes los tesoros que encierras en tus manos: yo te ofrezco los méritos de tu agradecido mártir San Blas, que preso en la cárcel aceptó la limosna de la pobre viuda, ofreciendo favorecer a los que celebrasen tu memoria, a ejemplo de tu Hijo Jesucristo, que agradecido al obsequio de las hermanas de Lázaro, llenó la casa de bendiciones, consolándolas en su aflicción: y te suplico sea yo agradecido a tus favores, para que empleándome en hacer bien a los pobres y necesitados reciba de tu mano el galardón de los tesoros del cielo, y lo que te pido en esta Novena para gloria y honra tuya. Amén.

Rezar tres padrenuestros y avemarías en reverencia a la Santísima Trinidad. Terminar con la oración final

Dignaos, Señor mío, Padre de las misericordias, y Dios de todo consuelo, dignaos oír la humilde petición de vuestro siervo Blas, y restituid a éste... (adulto, niño o animal) la salud, para que conozca todo el mundo que sólo Vos sois el Señor de la muerte y la vida, pues Vos sois el dueño y soberano de todos, misericordiosamente liberal para con todos cuantos invocan vuestro santo nombre; humildemente os suplico que todos los que en adelante recurrieren al Santo para conseguir de Vos, por su intercesión, la curación de semejantes dolencias, experimenten el efecto de su confianza, y sean benignamente oídos, y favorablemente despachados. Por nuestro Señor Jesucristo, Hijo vuestro, que siendo Dios, vive y reina con Vos en unidad del Espíritu Santo, por todos los siglos de los siglos. Amén.

Pídase aquí con fe y confianza al glorioso San Blas el favor particular que desea alcanzar

Oración. Santísimo Pontífice de Dios, San Blas, protector sagrado de los que os invocan, dado por Dios para que en nuestras aflicciones y quebrantos nos valgamos de vuestro poderoso patrocinio. Yo os suplico y ruego me alcancéis de la piedad divina, el remedio en mi necesidad, favor que rendidamente os pido en esta Novena, y asimismo que sea ensalzado su santísima fe, que dé salud al Sumo Pontífice, paz a los Príncipes cristianos, refrigerio a las Animas del purgatorio, remisión a los que están en pecado mortal, perseverancia en la fe, y nos conserve en su gracia, para que pueda haceros compañía, cantando las divinas alabanzas por los siglos de los siglos. Amén.


DÍA SÉPTIMO

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Acto de amor a Dios. Creo fiel y verdaderamente en Misterio de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero, en quien confío firmísimamente conseguir perfección del dolor que tengo de haber ofendido a su majestad Santísima, intercediendo los méritos de mi Señor Jesucristo, los de su Santísima Madre y los de mi glorioso abogado San Blas; suplicando al Señor conserve en mí siempre esta fe viva, me de el perdón de mis culpas, el remedio de mis necesidades, y lo que pido en esta Novena, siendo para honra suya y bien de mi alma; si no, viva resignado en su santa voluntad, como cosa que más me conviene. Amén.

Meditar a continuación la reflexión

Omnipotente Señor del cielo y tierra, que para mostrar el dominio que tienes sobre los elementos, mandaste a tu Apóstol San Pedro venir a ti seguro sobre las aguas: yo te ofrezco los méritos de tu glorioso mártir San Blas, que armado con la señal de la cruz, andaba sobre las aguas como por tierra firme, manifestando tu virtud y poder: y te suplico, que de tal suerte me adorne con esta sagrada insignia, que me libre de los ahogos que me ofrece el mar tempestuoso de este mundo, y respire en ti, descanso único en nuestra peregrinación, y me concedas lo que te pido en esta Novena para la gloria y honra tuya. Amén.

Rezar tres padrenuestros y avemarías en reverencia a la Santísima Trinidad. Terminar con la oración final

Dignaos, Señor mío, Padre de las misericordias, y Dios de todo consuelo, dignaos oír la humilde petición de vuestro siervo Blas, y restituid a éste... (adulto, niño o animal) la salud, para que conozca todo el mundo que sólo Vos sois el Señor de la muerte y la vida, pues Vos sois el dueño y soberano de todos, misericordiosamente liberal para con todos cuantos invocan vuestro santo nombre; humildemente os suplico que todos los que en adelante recurrieren al Santo para conseguir de Vos, por su intercesión, la curación de semejantes dolencias, experimenten el efecto de su confianza, y sean benignamente oídos, y favorablemente despachados. Por nuestro Señor Jesucristo, Hijo vuestro, que siendo Dios, vive y reina con Vos en unidad del Espíritu Santo, por todos los siglos de los siglos. Amén.

Pídase aquí con fe y confianza al glorioso San Blas el favor particular que desea alcanzar

Oración. Santísimo Pontífice de Dios, San Blas, protector sagrado de los que os invocan, dado por Dios para que en nuestras aflicciones y quebrantos nos valgamos de vuestro poderoso patrocinio. Yo os suplico y ruego me alcancéis de la piedad divina, el remedio en mi necesidad, favor que rendidamente os pido en esta Novena, y asimismo que sea ensalzado su santísima fe, que dé salud al Sumo Pontífice, paz a los Príncipes cristianos, refrigerio a las Animas del purgatorio, remisión a los que están en pecado mortal, perseverancia en la fe, y nos conserve en su gracia, para que pueda haceros compañía, cantando las divinas alabanzas por los siglos de los siglos. Amén.


DÍA OCTAVO

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Acto de amor a Dios. Creo fiel y verdaderamente en Misterio de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero, en quien confío firmísimamente conseguir perfección del dolor que tengo de haber ofendido a su majestad Santísima, intercediendo los méritos de mi Señor Jesucristo, los de su Santísima Madre y los de mi glorioso abogado San Blas; suplicando al Señor conserve en mí siempre esta fe viva, me de el perdón de mis culpas, el remedio de mis necesidades, y lo que pido en esta Novena, siendo para honra suya y bien de mi alma; si no, viva resignado en su santa voluntad, como cosa que más me conviene. Amén.

Meditar a continuación la reflexión

Misericordiosísimo Dios y Señor mío, que en el nombre de Jesús, tu Hijo, nos dejaste universal medicina parad todas nuestras dolencias, ofreciendo a sus Apóstoles que con la invocación de este dulcísimo Nombre, curarían todas las enfermedades: yo te ofrezco los méritos de tu esforzado mártir San Blas, a quien concediste estando próximo a la muerte la petición que te hizo de favorecer a todos los que en sus enfermedades y ahogos invocasen tu nombre: y te suplico me concedas que traiga siempre mis labios endulzados con la invocación de estos nombres, para que menospreciando los acíbares y amarguras del mundo, consiga la sanidad del alma y cuerpo, y lo que te pido en esta Novena para gloria y honra tuya. Amén.

Rezar tres padrenuestros y avemarías en reverencia a la Santísima Trinidad. Terminar con la oración final

Dignaos, Señor mío, Padre de las misericordias, y Dios de todo consuelo, dignaos oír la humilde petición de vuestro siervo Blas, y restituid a éste... (adulto, niño o animal) la salud, para que conozca todo el mundo que sólo Vos sois el Señor de la muerte y la vida, pues Vos sois el dueño y soberano de todos, misericordiosamente liberal para con todos cuantos invocan vuestro santo nombre; humildemente os suplico que todos los que en adelante recurrieren al Santo para conseguir de Vos, por su intercesión, la curación de semejantes dolencias, experimenten el efecto de su confianza, y sean benignamente oídos, y favorablemente despachados. Por nuestro Señor Jesucristo, Hijo vuestro, que siendo Dios, vive y reina con Vos en unidad del Espíritu Santo, por todos los siglos de los siglos. Amén.

Pídase aquí con fe y confianza al glorioso San Blas el favor particular que desea alcanzar

Oración. Santísimo Pontífice de Dios, San Blas, protector sagrado de los que os invocan, dado por Dios para que en nuestras aflicciones y quebrantos nos valgamos de vuestro poderoso patrocinio. Yo os suplico y ruego me alcancéis de la piedad divina, el remedio en mi necesidad, favor que rendidamente os pido en esta Novena, y asimismo que sea ensalzado su santísima fe, que dé salud al Sumo Pontífice, paz a los Príncipes cristianos, refrigerio a las Animas del purgatorio, remisión a los que están en pecado mortal, perseverancia en la fe, y nos conserve en su gracia, para que pueda haceros compañía, cantando las divinas alabanzas por los siglos de los siglos. Amén.


DÍA NOVENO

Comenzar con la oración preparatoria

Acto de amor a Dios. Creo fiel y verdaderamente en Misterio de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero, en quien confío firmísimamente conseguir perfección del dolor que tengo de haber ofendido a su majestad Santísima, intercediendo los méritos de mi Señor Jesucristo, los de su Santísima Madre y los de mi glorioso abogado San Blas; suplicando al Señor conserve en mí siempre esta fe viva, me de el perdón de mis culpas, el remedio de mis necesidades, y lo que pido en esta Novena, siendo para honra suya y bien de mi alma; si no, viva resignado en su santa voluntad, como cosa que más me conviene. Amén.

Meditar a continuación la reflexión

Señor Dios de las venganzas, que con la muerte de tú Unigénito Hijo té diste por satisfecho de los agravios e injurias del linaje humano: yo te ofrezco los méritos de su muerte y los de tu esclarecido mártir San Blas, que por la confesión de tu nombre ofreció su vida en holocausto a los acerados filos del cuchillo: y te suplico me asistas con tu gracia, para que cortando la cabeza a mis vicios y pasiones, pueda ofrecerme como sacrificio en olor de suavidad en el altar de la gloria, y me concedas lo que te pido en esta Novena para gloria y honra tuya. Amén.

Rezar tres padrenuestros y avemarías en reverencia a la Santísima Trinidad. Terminar con la oración final

Dignaos, Señor mío, Padre de las misericordias, y Dios de todo consuelo, dignaos oír la humilde petición de vuestro siervo Blas, y restituid a éste... (adulto, niño o animal) la salud, para que conozca todo el mundo que sólo Vos sois el Señor de la muerte y la vida, pues Vos sois el dueño y soberano de todos, misericordiosamente liberal para con todos cuantos invocan vuestro santo nombre; humildemente os suplico que todos los que en adelante recurrieren al Santo para conseguir de Vos, por su intercesión, la curación de semejantes dolencias, experimenten el efecto de su confianza, y sean benignamente oídos, y favorablemente despachados. Por nuestro Señor Jesucristo, Hijo vuestro, que siendo Dios, vive y reina con Vos en unidad del Espíritu Santo, por todos los siglos de los siglos. Amén.

Pídase aquí con fe y confianza al glorioso San Blas el favor particular que desea alcanzar

Oración. Santísimo Pontífice de Dios, San Blas, protector sagrado de los que os invocan, dado por Dios para que en nuestras aflicciones y quebrantos nos valgamos de vuestro poderoso patrocinio. Yo os suplico y ruego me alcancéis de la piedad divina, el remedio en mi necesidad, favor que rendidamente os pido en esta Novena, y asimismo que sea ensalzado su santísima fe, que dé salud al Sumo Pontífice, paz a los Príncipes cristianos, refrigerio a las Animas del purgatorio, remisión a los que están en pecado mortal, perseverancia en la fe, y nos conserve en su gracia, para que pueda haceros compañía, cantando las divinas alabanzas por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

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